¿Qué es el frenillo sublingual?
El frenillo sublingual se define como una membrana mucosa situada
bajo la lengua. Si dificulta o impide el movimiento normal de ésta, se
dice que hay anquiloglosia o frenillo sublingual corto.
El frenillo sublingual se halla en la cara posterior de la lengua.
Forma parte la mucosa oral y se halla poco vascularizado e inervado, por
lo que si es necesario cortarlo ofrece poca resistencia, apenas sangra y
no duele.
El frenillo puede ser flexible o inflexible, de tejido blando o
fibroso, largo o corto, lo que influirá en el grado de restricción de
los movimientos linguales.
¿Tan importante es?
La movilidad de la lengua es de vital importancia para la buena
marcha de la lactancia.
Puede ocurrir que el bebé tenga frenillo corto pero que esta
circunstancia no le cause problemas para alimentarse. Si un niño crece y aumenta de peso correctamente, no es necesario realizar
intervención alguna, salvo que se quieran prevenir otros posibles
problemas futuros (recordemos que la lengua no sólo es importante para alimentarse, sino que influye de manera decisiva en el desarrollo de toda la
cavidad oral, por lo que repercute en la dentición, el habla, la
respiración y puede incluso determinar la propensión a sufrir problemas
como otitis, sinusitis, etc).
¿Qué problemas puede ocasionar el frenillo corto?
En la mayoría de los casos, la anquiloglosia perjudica tanto a la madre como al bebé.
Para la madre, el mayor inconveniente de dar de mamar a un niño con
frenillo corto es el dolor: se producen grietas por la fricción y por la
excesiva presión intraoral negativa a la que se ve sometido el pezón,
infecciones bacterianas causadas por un mal drenaje de los conductos y
favorecidas por la presencia de las grietas, isquemias por la compresión
del pezón contra el paladar. Todo ello hace que la experiencia de dar
el pecho resulte dolorosa y desagradable.
No todas las glándulas mamarias reaccionan del mismo modo ante una
succión ineficaz. Hay casos en los que la madre sufre falta de leche
(hipogalactia) y hasta que se corta el frenillo o se estimula la
producción (con el uso de un extractor, por ejemplo), la cantidad de
leche producida es insuficiente. Por el contrario, hay madres cuyas
glándulas mamarias parecen querer compensar el problema disparando la
producción, lo que hace que padezcan ingurgitaciones constantes y
subidas de leche entre tomas.
Además, las tomas pueden ser interminables, ya que los bebés con
anquiloglosia no sueltan el pecho por sí mismos y suelen mostrarse
llorosos e irritables. La madre se siente cansada y frustrada, lo que
puede conducir al abandono precoz de la lactancia, incluso por parte de
madres muy motivadas.
En otras ocasiones, la succión no es dolorosa pero si inefectiva.
Para la madre esto resulta desconcertante, ya que el niño mama
aparentemente bien pero se muestra muy demandante y no gana suficiente
peso. Estas madres pueden llegar a pensar que su leche no es buena o
que no son capaces de producir suficiente cantidad, cuando en realidad
el problema es otro.
Para los bebés, las consecuencias de un frenillo corto pueden variar
mucho, y aunque a corto plazo pueden afectar negativamente a la
lactancia, a medio y largo plazo causan también otros trastornos.
Hay niños con anquiloglosia que no aumentan de peso debido a la
succión ineficaz, que se traduce en una escasa producción de leche.
Otros aumentan con normalidad o de manera espectacular.
La glándula mamaria actúa a menudo de forma compensatoria. Ante un
bebé que mama de forma ineficaz o caótica, puede reaccionar fabricando
mucha leche y dando lugar a una producción excesiva (hipergalactia).
Cuando esto ocurre, los bebés toman mucha leche de inicio, más rica en
lactosa, lo que la hace difícil de digerir y puede dar lugar a
deposiciones verdes, malolientes y explosivas, muy diferentes de las
deposiciones típicas del lactante amamantado, que son de color mostaza y
con un olor dulzón que recuerda al del yogur.
Este exceso de lactosa también los hace más propensos a sufrir
regurgitación, puesto que deben tomar más volumen de leche para obtener
las mismas calorías que recibirían si mamaran de forma eficaz, y
molestias intestinales (gases, cólicos).
Al nacer, todos los bebés tienen el paladar alto y cerrado, pero a
medida que la lengua se mueve eficazmente en la cavidad oral, éste se va
abriendo y descendiendo. Si la lengua no tiene capacidad de elevación
debido a un frenillo corto, este cambio no se produce, lo que afecta a
toda la estructura maxilofacial.
Al quedar el paladar más elevado, las coanas (aberturas posteriores
de las fosas nasales) ven reducido su diámetro, lo que hace que los
bebés con frenillo corto respiren más por la boca que por la nariz,
duerman con la boca abierta y ronquen durante el sueño. Los problemas
respiratorios se deben a la entrada de aire a los pulmones directamente
por la boca. Ese aire no es filtrado por las fosas nasales, lo que
facilita la entrada de partículas dañinas. Y es más frío, lo que les
predispone a sufrir bronquitis y neumonías. También son propensos a
sufrir otitis, debido a un mal drenaje de la trompa de Eustaquio.
Asimismo, hay estudios que relacionan la anquiloglosia con una mayor
incidencia de las apneas del sueño.
La maloclusión dental es otro problema derivado de la anquiloglosia y
se manifiesta cuando empiezan a salir los dientes. Éstos pueden nacer
desplazados o encabalgarse, lo que unido a la deformación del paladar
puede requerir costosas intervenciones odontológicas.
Cuando los niños con anquiloglosia crecen, surgen problemas
logopédicos (dislalias o trastornos de articulación fonética) en la
pronunciación de las consonantes /r/, /rr/, /l/, /t/, /d/, /n/, /s/ y
/z/.
Por último, la anquiloglosia es responsable asimismo de problemas de
tipo social que no por leves dejan de afectar la calidad de vida de
quien los sufre: las personas con frenillo corto no pueden hacer cosas
tan sencillas como lamer un helado o besar con la lengua.
frenillo, logopeda