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viernes, 24 de abril de 2015

¿Como manejar sus primeras rabietas?

Estrategias para manejar sus rabietas
A los dos años los niños descubren el poder de las rabietas. Han comprobado que esa actitud saca de sus casillas a los mayores y están probando su eficacia. Es decir, son un medio para conseguir un fin.
En esos momentos solo piensan en la rabia que tienen. Incluso puede habérseles olvidado el motivo por el que se inició su enfado. Pero si algo está claro a esta edad es que, aunque no sepan muy bien lo que quieren, seguramente será lo contrario de lo que tienen.
¿Cuándo desaparecerán las rabietas?
Es una etapa pasajera. Con el tiempo, las rabietas se irán mitigando y espaciando cada vez más.
Lo más sorprendente de las rabietas no es la frecuencia (en ocasiones, diaria) o lo pronto que aparecen (a veces, antes de que el niño empiece a hablar). Lo más llamativo es el ímpetu que los pequeños ponen en ellas. Todavía no controlan sus emociones, y tampoco conocen aún la inhibición, así que se emberrinchan a lo grande. Por eso, es bueno que aunque las rabietas no desaparezcan, al menos se reduzcan en intensidad.
A esta edad aún no toleran la frustración y les resulta complicado comprender que no pueden tener siempre lo que quieren. Si además tampoco son capaces de verbalizar lo que desean, el resultado es la fórmula ideal para que tenga lugar la rabieta. Por eso, que estas reacciones desaparezcan no depende solo de que consigan lo que quieren o no. Disminuirán cuando vean que no tienen efectos sobre sus padres, y sobre todo cuando puedan tolerar la frustración y expresar con palabras lo que hasta ahora solo pueden manifestar con pataletas.
¿Qué pueden hacer los padres hasta entonces?
1. Mantenerse firmes
Claro que resulta mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero según los psicólogos, es la estrategia más infalible. Para empezar, porque ayuda a dejarle claro que su rabieta no le llevará a conseguir lo que quiere. Pero es fundamental que el propio padre se crea que controla la situación. Puede que durante un tiempo el niño siga poniéndolas en práctica, pero en la mayoría de los casos se dará cuenta de que la fórmula no le funciona y acabará por dejarla.
2. Explicaciones cortas
Si se intenta explicar a un niño inmerso en un verdadero ataque de enfado por qué es injusta su reacción, lo más probable es que él siga tirado en el suelo llorando y pataleando sin cesar.
La razón es que en esos momentos lo único que escucha es su propio llanto, por lo que es difícil hacernos entender en esas circunstancias. Frases como «no hay caramelos porque acabas de comer» o «si no duermes, mañana estarás cansado para jugar» dichas cuando se va a iniciar la rabieta pueden servir para evitar su enfado. El pequeño las entenderá sin problemas y si aún no está lo suficientemente alterado, pueden disuadirle.
3. No responder con enfado
Responder con una rabieta es una forma de fomentarlas: les estaremos dando la mejor de las excusas para iniciar un pequeño número de enfado en cualquier momento, ya que para los niños sus padres son sus modelos de referencia y les encanta imita todo lo que hacemos. También es importante no permanecer enfadados con él eternamente. Pasados unos minutos, ya no sabrá por qué papá y mamá fruncen el ceño. Su pataleta ya pasó, y tal vez ni siquiera se acuerda de ella.
4. No prestarse al juego
La mejor forma de luchar contra las rabietas es procurar que no aparezcan. Y para ello conviene anticiparse a posibles problemas. Por ejemplo: uno de los lugares donde suelen darse más rabietas es el supermercado, así que hay que ir prevenidos. Es bueno dejar todo claro antes de entrar: avanzarle que solo se va a comprar leche, pan y huevos, y nada más. Después, una vez dentro, podemos dejar que él participe en la compra cogiendo las cosas que se van a comprar (las más pequeñas, claro) y metiéndolas en la cesta. De esa forma estará distraído y se sentirá útil, lo que evitará otras tentaciones.
5. Elegir entre dos opciones
La mayoría de las veces su enfado vendrá ocasionado por querer algo que no puede tener. De ahí que ayude mucho a evitarlo el dejarle elegir solo entre dos opciones. Si se le pregunta «¿qué quieres de postre?», el abanico de opciones que se abre ante el pequeño es infinito, y no siempre al gusto de los adultos. Sin embargo, si se le da elegir únicamente entre dos opciones, ambas válidas, es más que probable que todo siga en calma. Preguntando «¿quieres un plátano o prefieres un yogur?», se le cierran las opciones posibles sin que él se dé cuenta. Y no tendremos que decirle «no».
6. Intentar que escuche
Una vez que la rabieta ya ha comenzado, el pequeño parece fuera de sí. Para calmarlo y hacerle entender que no puede ser, solo hay una opción: intentar conseguir que salga de ese estado y hacer que nos escuche. Para ello, papá o mamá pueden arrodillarse frente a él, cogerlo por los hombros con firmeza y mirarlo hasta que él fije sus ojos en los del adulto. Entonces será el momento de hablarle con calma.
7. En vez de un no, dos síes
Muchas veces las rabietas son muestras de rebeldía. Por eso es frecuente que cada vez que se le diga que no haga algo, él intente hacerlo. Pero si tras un «no» vienen dos «síes», la cosa cambia. Se le está prohibiendo una cosa, pero permitiendo otras dos. Así, si después de decirle que no puede pintar en la pared se le explica que sí puede pintar en la cartulina o jugar en el parque, es posible que su rebeldía se aplaque.
8. Cambiar de escenario
En ocasiones, ni ellos mismos sabrán cómo terminar con su propia pataleta. Es beneficioso cambiar de lugar: salir con ellos en brazos del espacio en el que se encuentran e ir a otro más abierto. A la vez el paseo puede distraer su atención y hacer que se centre en otra cosa.
9. Así no se habla
Hay que advertirle de que solo le escucharemos cuando hable en un tono normal, sin gritos ni llantos, porque de otra forma es imposible entenderle. Es una buena técnica explicarle que cuando llora así nadie puede escucharle, por lo que no sabemos lo que quiere.
10. Dejar que se calme solo
Los niños también tienen derecho a desahogarse, por lo que a veces es incluso positivo que pasen por una rabieta. Cuando está inmerso en un ataque de furia, se le puede decir: «Pues sí que estás enfadado, avísame cuando se te pase», y acto seguido alejarse un poco de él. Será consciente de que nos preocupamos por lo que le pasa y de que no conseguirá nada poniéndose así.

papalia, rabieta, conducta

sábado, 4 de abril de 2015

Tratamiento disfagia



La disfagia puede tratarse, de modo que si tiene dificultades para tragar, es extremadamente importante que consulte a su médico de cabecera. Por lo general, el problema no puede curarse, pero son tantos los métodos que pueden emplearse para facilitarle la ingestión de alimentos y bebidas, que no debe dudar en solicitar asistencia profesional.
El tratamiento debe ser realizado y supervisado por un logopeda, junto con el médico. 
Las personas con dificultades para tragar necesitan ayuda por dos razones importantes:.
  • En primer lugar, para que no sufran de deshidratación o malnutrición.
  • En segundo lugar, para reducir las posibilidades de que los alimentos y las bebidas, pasen por el "conducto equivocado", y se introduzcan en las vías respiratorias y los pulmones, lo cual podría ocasionar neumonía.
Antes de poder iniciar el tratamiento, es importante obtener un diagnóstico exacto de sus dificultades, porque el tratamiento dependerá de cuál de las cuatro fases del proceso normal de deglución se vea afectada.
El tratamiento puede pertenecer a cuatro categorías diferentes:
  • Cirugía o modificación del tratamiento farmacológico.
  • Modificación físicas
  • Modificación de la deglución.
  • Modificación de la alimentación.
El éxito del tratamiento dependerá en cierta medida de usted. Cuanto mejor comprenda lo que ocurre, y más activa sea su participación en su tratamiento, más animado se sentirá, más confianza adquirirá y más satisfacción obtendrá.
Cirugía/cambio de prescripción médica.
  • Ocasionalmente, el problema puede aliviarse mediante una intervención quirúrgica, pero en la mayoría de los casos esto no es posible.
  • En algunas ocasiones, la disfagia es desencadenada por un medicamento prescrito para otra dolencia: algunos fármacos para el control de la epilepsia y el insomnio pueden, por ejemplo, dificultar la deglución; conviene, por lo tanto, verificar con su médico de cabecera si ésa es la causa de su problema.
Modificación física
  • Siéntese siempre tan erguido como pueda,   con los hombros rectos.
  • Si los alimentos se atascan –incluso si es solo brevemente–, póngase en pie, estire la parte superior de su cuerpo y de unos cuantos pasos; esto podría hacer que la comida se deslice a su estómago. No se tumbe.
  • Si los músculos de su mandíbula y su lengua son débiles, puede aprender ejercicios para fortalecerlos, y hacer que su masticación sea más efectiva.
  • Aprenda a realizar largas inspiraciones (un logopeda puede enseñarle a respirar más eficazmente, además de ayudarle a fortalecer los músculos de su lengua y su laringe).
  • Si usa una dentadura postiza, cerciórese de que esté bien ajustada.
  • Deje transcurrir al menos 3 horas después de la cena antes de acostarse. Si algún alimento permanece atascado en su esófago durante la noche, puede ser muy incómodo, e incluso doloroso en ocasiones.
Modificación de la deglución.
  • Corte sus alimentos en trozos pequeños, o pida a alguien que lo haga para usted.
  • Si ha perdido su sentido del olfato y del tacto, no siempre producirá suficiente saliva para ablandar sus alimentos. Asegúrese de que sus alimentos tengan un aspecto lo más apetitoso posible, y colores atractivos.
  • Cerciórese de disponer de mucho tiempo para comer, y de que nadie le apremie.
  • Procure comer en calma y en silencio, sin tensiones y sin que haya otras personas observándole.
Modificación de la alimentación
Si su problema se encuentra en la parte inferior de su esófago, es posible que le resulte totalmente imposible tomar alimentos sólidos. En ese caso, debe modificar sus alimentos y cambiar su textura, para poder tragarlos sin que le ocasionen problemas.
  • Los líquidos deben espesarse. Es posible que usted piense que el agua y los líquidos son más fáciles de tragar; sin embargo, cuando no se puede controlar bien el flujo, es muy fácil que acaben introduciéndose en las vías respiratorias y los pulmones. Su médico de cabecera, o un dietista, puede prescribirle agentes espesantes.
  • Los alimentos un poco ácidos (servidos con limón, por ejemplo), pueden provocar automáticamente el reflejo de deglución.
  • Para estimular el apetito, los alimentos deben tener buen aspecto. Triture la carne y las verduras por separado, para evitar que su apariencia sea poco apetitosa. Use verduras de colores oscuros, como brócoli y espinacas, por ejemplo.
  • Los alimentos sólidos deben triturarse o ablandarse, para que necesiten menos masticación y menos fuerza para propulsarlos a través de la faringe. 

    Ante  cualquier duda de que usted o uno de sus familiares no dude en consultar con un logopeda.

    papalia, logopeda, disfagia