La adquisición del
lenguaje es un proceso natural, como el andar, en el que si
todas las capacidades cognitivas y fisiológicas funcionan
correctamente, no habrá mayores problemas. Lo que sucede es que
en ese proceso de aprendizaje del habla, el medio que rodea al
niño, fuente de toda estimulación para él, juega un papel
decisivo.
Es decir, son esas interacciones desde que nacen las que proporcionan los andamiajes en el niño para
que este desarrolle un lenguaje futuro. Esos primeros balbuceos,
ya son utilizados por los padres y familiares para entablar
relación con el pequeño.
Por ejemplo,le enseñamos un juguete que le ha regalado la abuela. Ante ese
objeto el niño emite onomatopeyas tales como: ”Aaasgadjadjj”, que
rápidamente la persona o personas que están con él lo
transforman en un lenguaje con toda la capacidad funcional y
formal “¿Qué te gusta? ¿A qué es bonito?” “Ñañaaaaasmmm” “¿Lo
quieres?, tómalo”.
La preocupación de los padres llega cuando observan que su hijo no sigue el mismo proceso lingüístico que el resto de sus iguales. Ante esta situación hay que tener en cuenta dos aspectos:
- No todos los niños evolucionan al mismo tiempo.
- Siempre es recomendable consultar un especialista que responda nuestras dudas antes que dejar pasar el tiempo.
No obstante aquí os dejamos algunas recomendaciones para favorecer la aparición y el desarrollo correcto del lenguaje:
- Háblale despacio y de forma clara.
- Habla a tu hijo tan a menudo como sea posible. Háblale correctamente y no imites su forma de hablar. - No le atosigues porque te parezca que va lento, cada cual tienen su ritmo de pronunciación.
- Señala o marca turnos de intervención del niño. Intenta que tu hijo respete los turnos de comunicación.
- Repítele todo las veces que lo necesite, pero siempre de forma natural.
- Cuando el niño diga una palabra de forma incorrecta, por ejemplo, “tete” cuando quiera coger el chupete no le corrijas directamente, sino que introduce la palabra bien dicha en un contexto, por ejemplo: “¿Qué quieres el chupete?” (habitualmente se recurre a reproducir el lenguaje del niño por parte de los adultos “¿Quieres el tete?” Con eso lo único que se hace es reforzar la mala pronunciación del niño.
- No intentes corregir los errores fonológicos del niño (eso es labor del logopeda), limítate a que el niño te oiga correctamente y comprenda lo que quieres decir.
- No reírse nunca de los errores fonológicos cometidos por el niño.
- Incluye en tus enunciados un mayor número de peticiones de información que de acción para estimular que el niño hable.
- Siempre que el niño inicie una conversación intenta que esta se mantenga el mayor tiempo posible.
- Valora sus manifestaciones y haz que sean posibles.
- Da “la vuelta” a sus preguntas animándole a pensar y a manifestar sus opiniones (Ejemplo: ¿por qué......? ¿A ti que te parece?).
- Enseñarle muchos juguetes y que él escoja entre tres. Mandarle que te dé uno, que guarde otro, que ponga otro donde la mesa…
- Con un baúl lleno de juguetes, o caja, ir mirando uno a uno con el niño diciéndole cómo se llama. Después cerrar la caja y explicarle por ejemplo que es una caja mágica que sólo se abre o saca juguetes si se dice el nombre. Reforzar aquellas palabras que haya dicho mal, diciéndolas adecuadamente.
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